Marcel Clerc, académico del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile e investigador del Instituto Milenio de Investigación en Óptica (MIRO), explica que “la clave para entender este accidente está en la combinación de la inclinación de esa pieza metálica y la velocidad del auto al momento del despegue”.
Según sus cálculos, si el vehículo hubiera bajado desde la total inmovilidad, hubiera superado los 70 kilómetros por hora con holgura. “Sin embargo, asumimos que ya traía unos 30 kilómetros por hora de velocidad, lo que sumado nos da unos 100 kilómetros por hora, que es más que suficiente para generar la fuerza horizontal que le permite avanzar”.
A eso hay que sumar que todos los objetos lanzados, desde balas hasta piedras, hacen una parábola en el aire, hasta tocar tierra producto de la gravedad. “El fierro es muy importante, porque, dependiendo de su inclinación, la parábola será más amplia o reducida”, dice. Agrega que “la máxima parábola posible se consigue a los 45 grados. A menos grados la altura de la parábola es muy baja y toca tierra antes. A más grados, la parábola es muy alta, por lo que también cae más cerca”.
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